Vuelven los pensamientos semanales, como vuelve la universidad, el frío, el cambio horario, las botas, los abrigos y las pocas ganas de navidad.
Este quizá me quede algo melancólico, pero siento que debo escribirlo ahora y quizá en una tónica poco habitual a mi manera de enfocar los pensamientos. Este será más de tú-a-tú.
Acabo de despedirme por una temporada de una persona que ha sido de vital para mi desde hace casi un año. En las últimas semanas nos hemos hecho daño y por eso hemos decidido tomar distancia y no hablar por un tiempo. Hemos llorado diciéndonos lo importante que somos o hemos sido y que todo lo vivido, sea o no un capítulo de una futura amistad, jamás pasará al olvido. A veces las «rupturas» cuestan menos cuando hay rencor y rabia, y no de una manera más civilizada…. (sí, se que al final esto es lo mejor)
Por eso esta semana, comenzamos las reflexiones semanales con lo necesario que es a veces soltar amarras y dejar navegar a algunas personas, o navegar nosotros mismos por nuestra cuenta.
Soltar implica respeto, dejar el espacio necesario para respirar, al igual que sucede con un árbol que necesita un poco de terreno despejado para desplegar sus propias raíces.
Soltar es dejar de ser tan egoista como para aferrarse a las cosas que tienen un ciclo propio, querer conservar algo al precio que sea, aunque sepas que estas contribuyendo a la muerte de eso que atesoras. Tanto queremos a veces que agarramos fuerte y (nos) ahogamos.
Soltar implica dejar fluir los sentimientos en su curso natural, que vuelva lo que ha de volver, que vuele lo que ha de volar, y que permanezca lo que deba permanecer, basándose en el regalo mas precioso que poseemos:
la Libertad.