Así empecé mi camino. Así lo terminé.
Hoy es el día para hablar de mi pies de camino, de mi pequeño sufrimiento durante mi pequeño peregrinaje, porque hoy he mudado mi segunda uña del pie. Primero el dedo gordo del pie derecho y hoy la del izquierdo. Y me emocioné, que le vamos a hacer, aunque pocos puedan entenderlo.
La forma de mis pies es ondulada, algo que ahora ya se cuanto puede perjudicarme e intentaré tratarme, pero en el camino, era lo que había. Al caminar, mis dedos chocaban en la parte superior de mi zapatilla y se me inflamó algo tan simple como el nacimiento de la uña, algo que dolía a horrores, sobre todo en el pie derecho. Por intentar evitar apoyar la punta del pie, echaba mas fuerza en el talón y así nació mi única y hermosa ampolla que hacía que pisase como pisase me doliese el pie, hasta que se me dormía de dolor (y santo ibuprofeno!).
Terminé el camino en chanclas (y asi hice 40 km!), las que me prestó mi compañera y ángel de la guarda, y esta fue la foto que me hice sentada en la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela. Todo un poema.
Un mes y medio después, gracias a los saltos en el concierto de Amaral, mi uña derecha se despegó, dando a luz a una uña pequeñita y fina, renovada. Hoy, justo un mes después, la envidiosa uña izquierda ha decidido abandonar el barco y ha dado a luz a otra preciosa uña bebé. Como sucedió en la playa, la uña fue entregada como sacrificio al mar atlántico. Y como agradecimiento él me entregó, en plena playa de Cádiz, a una hermosa concha de Vieira, símbolo de mi peregrinaje.
¿Casualidades de la vida? Serán… Pero me encantan…
Sólo espero que no se me caiga nada más!! 🙂
Post-Data: Siento a quien le de «grima» que hable de estas cosas…. 😛
Post-Data 2: La renovación de este año abarca los aspectos más insospechados… Esto es una metaformosis en condiciones! jajaja…