Muchos pasos he dado este año, unos más dolorosos que otros.
Literalmente, muchos fueron los pasos que completaron los 200km que hice del camino de Santiago, tanto físicos como mentales. Esta imagen es muy especial para mí por varios motivos:
1. Me gusta mucho.
2. En ese punto exacto me encontré poco después con Raquel, la que fue mi ángel de la guarda, y junto con Antonio, llegó conmigo a Santiago. Compartimos mucho y espero que sigamos haciéndolo.
3. La imagen pertenece al albergue donde pasé mi primera noche, en Vega de Valcarce, León. Era un lugar alegre y pese a no tener tantas instalaciones como otros albergues que encontré después, puede ser mi preferido por el ambiente que teníamos allí. Pasé la primera noche algo inquieta, en una habitación llena de franceses, y un señor que roncaba alegremente a mi lado.
4. Las botas dispares que se juntaban simbolizaban esas pequeñas comunidades de personas tan distintas que se formaban cada día, compartiendo dolores, conversaciones, sonrisas, o simplemente algunos pasos del camino.
Aquel día llegué a media mañana y pasé el día conmigo misma: llevándome a comer y reponer fuerzas, echando la siesta junto al río del pueblo, leyendo (creo que fue el único día que lo hice!), paseando en chanclas por un bosque donde vi una ardilla y escribí bajo un roble centenario, cenando un rico bocadillo de queso junto al río, acariciando al gato del albergue, charlando por teléfono y tranquilizando a mi gente sobre mi aventura en solitario…
Los primeros días siempre se recuerdan con nostalgia, ¿verdad? Allí comenzó lo que vino después, solo por eso ya es memorable. 🙂
Cuéntame tú, si este año es un camino, ¿como son tus botas? ¿se te han quedado muy gastadas? ¿tienes heridas?
Escuchando… y añorando…