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Batallando con el mundo Desde mis Brumas

El pasado con patitas

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Las personas tendentes a la melancolía, aunque sea optimista, tenemos la costumbre de mirar de vez en cuando hacia atrás. De buscar que fue de aquellos que ya no estan en nuestra vida. Esos a quien quisimos y de alguna manera queremos, pero por su decisión o por acuerdo, decidimos no seguir en contacto. En este mundo cada vez mas pequeño en distancias y conexiones, no es difícil toparte con posos del pasado.

Redes sociales abiertas, donde encuentro incluso una foto de mi boda. Esa yo tan distinta a la que siento hoy. Más entregada, más ingenua, más insegura, mejor para unos y peor para sí misma. Una foto de él en el que fue nuestro hogar, tan lejano, donde áun habitan mis gatos, donde yacen enterrados los sueños pasados, en la misma tierra donde naceran las flores de su nueva primavera.

Redes sociales cerradas, cada vez más difíciles de encontrar. Desconsuelo por los que no quieren ser encontrados. Desazón por no ser capaz de simplemente no volver a pensarle. ¿Es posible? ¿Es ansia de controlar a los demas? ¿Quiero controlar incluso mi recuerdo en su retina?

Sea como sea, puertas abiertas o cerradas, el pasado tiene patitas y corretea a su antojo por los archivos de mi mente. Se refugia en carpetas cada vez más inaccesibles y comprimidas. Me limito a acceder a la carpeta de archivos recientes, con ansias por ampliar mi biblioteca de sensaciones y experiencias.

Diseccionemos a los que ya no están en el presente y quedémonos con aquellos instantes, con aquella persona que sí fue la nuestra durante un tiempo. Ni yo soy la que era, ni ellos tampoco. Posiblemente compartiríamos un café con una nube de extrañeza. Las ganas de abrazar y sentir cerca quien compartió años a nuestro lado se mezclan con la desorientación, la incomodidad, la voluntad de no dañar. Ni ellos son mi Él, ni yo soy su Ella.

Cayeron pieles de serpientes renovadas.
Voló como Ave Fénix mientras yo le observé alejarse.

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Calcetines

calcetines
Los primeros calcetines del otoño y una de mis cobayas, Lily, curioseando…

Son ciclos y cada año sucede lo mismo. Al tener este pensamiento, he mirado en los archivos del blog de hace un año y sí, es cierto, escribía sentimientos similares a los que quería reflejar.

Tras el verano, es inevitable. Llega el otoño. Y con él ese momento irreversible que te recuerda que dentro de poco se acabaron las sandalias: me acabo de poner calcetines estando en casa (y una chaquetilla!). Las tardes se van acortando mientras la resignación comparte el te de la tarde con nosotros. Sabíamos que pasaría, al igual que sabemos que volverán las tardes de playa. ¿Porqué siempre que llega septiembre no puedo evitar pensar «jo, y en nada ya es Navidad!»? Será la niña interna caprichosa que no quiere que termine lo bueno y se resiste ante volver al colegio…

Con todo lo que implica, volver a la rutina es algo que en cierto momento apetece. Para centrarse y retomar costumbres saludables que dejé aparcadas entre el huracán laboral y el verano; para seguir viajando y descubriendo nuevos horizontes; para formar parte de un equilibrio necesario.

Es como un nuevo comienzo de año, casi tan drástico o más como el que tenemos en enero. Y con los calcetines llegan los proyectos y objetivos: volver a la dieta sana, al gimnasio (4 clases de spinning y yo sin agujetas!), a planificar los viajes laborales, a disfrutar de los fines de semana en casa, a las series por la noche, a acostarse temprano y a sentir más que nunca que estonosepara.

Los calcetines me dan ganas de leche con galletas que ahora no puedo tomar. Miro a mis cobayas y busco su comprensión. Y finalmente decido abrigarme en el sofá con las hojas secas del otoño y dejarme llevar por la lectura…

Y tú, navegante, ¿cómo llevas tu otoño?

Escuchando….

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Batallando con el mundo

Mujeres Valientes

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Image by merender

Admiro a las mujeres que cuidan su autodependencia.
Consideran su espacio personal y libertad individual como un jardín que sembrar, regar, podar y mimar.

Se cuestionan a si mismas y a los prejuicios sociales que a muchas acompañan desde niñas.
Alimentan su autoestima. Se respetan, se valoran y saben que ellas mismas son lo único y lo más grande que tienen. El resto es todo un regalo y como tal será valorado.
Mujeres fuertes, sensibles y valientes.

¡Bravas! Capaces de desarrollar tantos roles en un mismo ser: mujeres, madres, compañeras, amigas, amantes, trabajadoras, luchadoras, descubridoras. Cuerpo y alma.
¡Que nunca se olviden de sí mismas y de ninguno de sus roles!
¡Que se miren al espejo y se sonrían cada día!
Mujeres que no se olviden en los demás.

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Me gusta Ljubliana

….y solo la conozco de una tarde!
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No sigo el orden cronológico de mis viajes, pero, hoy, que por fin he conseguido un ratito para escribir tranquila, lo primero que me ha dado ganas de contaros (por si alguien todavía no sabe qué hacer en vacaciones), es lo mucho que me gustó Ljubliana.

Sucedió como con los amores de verano, de manera fugaz e impulsiva. Fue el día más cosmopolita de mi segundo viaje de dos semanas trabajando por Europa (desayunar en Zagreb, almorzar en Ljubliana y cenar en Venezia), por tanto pasé en Ljubliana tan sólo unas horas. Sin embargo, simplemente cruzar la frontera y entrar en Eslovenia ya noté una gran diferencia.

Enseguida me recordó a Austria, posiblemente mi país europeo preferido (de los que conozco, claro). Pueblitos apiñados, casas pequeñas con balcones de madera llenos de flores, siempre una pequeña iglesia, en ocasiones tan pequeña que parecía miniatura. Hasta llegar a Ljubliana disfruté muchísimo del paisaje, verde hasta llenar la vista, acompañado de un cielo azul magnifico, con las debidas nubes para adornarlo.

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Ljubliana aquel día estaba escandalosa por el partido de fútbol Eslovenia-Inglaterra; era impresionante escuchar la emoción y en griterío que envolvía la ciudad en oleadas. ¡Y eso que iban perdiendo! Las terrazas estaban llenas, la gente se sentaba en el suelo a emocionarse frente a enormes pantallas. Era genial!
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Y mientras yo me dirigía a una cita de trabajo en la que me presentaron un café que marcó mi relación con Ljubliana:
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Una sonrisa. Sin duda, Ljubliana es mucho más que eso. Una ciudad alegre, llena de historia, preciosa arquitectura, juventud, el correspondiente castillo con montaña presidiendo la ciudad, el río y los canales, agradables calles peatonales y mucho color.
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El símbolo de Ljubliana, presidiendo las imágenes de este post, es el dragón presente en el puente principal, en honor al dragón que mató Jason en la ciudad, dentro de la leyenda griega de Jasón y los Argonautas. El dragón está presente en el escudo de la ciudad y también implantando conciencia medioambiental y enseñando a reciclar (creo que soy la única guiri haciendo fotos a los cubos de basura!)
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Tras la conversación con mis colegas de trabajo sobre mi sorpresa ante Eslovenia, me quedó clara una cosa. Quiero volver, sin trabajo, para disfrutar del país. Es un país manejable (como Austria), que te puedes recorrer perfectamente estableciendo «campamento» en un solo sitio. Hay una ciudad animada y jovial, una costa preciosa, turismo de montaña, termal, cultural y rural (granjas incluidas), ¿qué más se puede pedir!?

Si tienes ganas de descubrir algo nuevo, ya lo sabes, ahí está Eslovenia, y vuelo directo a Ljubliana con Vueling desde Barcelona! 😉
ljubliana
Más sobre Ljubliana: Aquí y aquí.

Escuchando….

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Batallando con el mundo Desde mis Brumas El mundo a mis pies

Roma, entre la desazón y la maravilla

roma

Mis queridos lectores navegantes, mi ronda de viajes laborales ha terminado hasta septiembre, así que vuelvo un poquito a tomar el te en mi hogar que comparto con vosotros. Sinceramente, echo de menos mantener la regularidad que tenía, pero al fin y al cabo, la vida son fases, y en este momento el ritmo es trepidante y apenas saco fuerzas para lidiar con el día-a-día.

Es curioso como el cuerpo aguanta y cómo comprende cuando ha llegado la pausa. Hace 2 días que he aterrizado y mi cuerpo entero ha hecho ploff. Poco a poco me iré cuidando bien y reponiendo energías. Un verano por delante se plantea dispuesto a ser disfrutado, con visitas, conciertos y alguna escapada fuera de la realidad.

Mientras tanto, tenía ganas de contaros mi experiencia en Roma. Hace unas 2 semanas, pasé una semana completa trabajando en Roma, de un lado al otro de la ciudad. Nunca había estado y la sensación ha sido bastante agridulce.

Es una ciudad que fluye a borbotones, sin pausa. Te pisotea si es necesario, para seguir su caudal. Aquella semana la temperatura rondaba los 32 grados, con altos niveles de humedad. El trajín me llevaba de un lugar a otro, enfrentandome a los misterios que a veces esconden los mapas. Entre el desenfreno de la actividad, el Vaticano, la Fontana di Trevi, el Panteón. Los guardias, las Piazzas, la historia en cada rincón. Todo envuelto en centenares de turistas, ajenos al non-stop de mi día laboral.

Cruzar la calle a la romana me parecía una exageración hasta que me enfrenté a esa realidad y cruzaba avenidas de 5 carriles sorteando los coches. La realidad supera la ficción, sin duda!

Roma fue contraste desde que nos conocimos hasta que nos despedimos. Hubo desplantes, retrasos, desorden. Hubo encanto, cafés compartidos entre los negocios acompañados de pastelitos, como quien acude a casa de alguien e intercambia experiencias. Amabilidad y descaro, dentro del mismo envoltorio.

Alrededor, una amalgama de arte por los cuatro costados. Roma es exceso de historia. Verdaderamente sentí emoción cuando pisaba el entorno del Colosseo. Imaginaba las historias que allí transcurrían, los millones de pies que pisaron la misma piedra que yo pisaba; y se me ponían los pelos de punta. Hasta una simple tienda tiene historia y resulta ser charcutería desde el año 1300!

Roma es belleza y vida en todo su apogeo. Vida en lo bueno y lo malo. Caprichos del paladar. Perfumes y pestes. Arte, despilfarro y encanto.

Roma se quedó con mi maleta cuando nos robaron, a mis compañeros y a mí, todo nuestro equipaje personal y laboral, incluyendo portátil, informes, mis sandalias hippies y muchas otras cosas con recuerdo sentimental. No son más que cosas al fin y al cabo. Roma se despidió de mí de la manera agridulce en que nos conocimos. Ella es así, auténtica y desmedida. Arrebatadora y descarada. Como la vida misma. Vinagre y rosas.

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Déjame equivocarme

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Image by 6eternity9

Si hay algo que siempre he agradecido a mis padres es cuando me dejaron elegir mi propio camino, aun sabiendo que me estaba equivocando en algunos momentos.

Todavía no soy madre y no puedo hablar por experiencia propia pero sí puedo hacerlo desde la base de mi sentimiento maternal y de protección que sí tengo muy desarrollado. Cuando quieres a alguien, cuesta mucho dejarle en su camino cuando sabes que ese camino no le llevará a felicidad sino a sufrimiento.

Somos conscientes desde la razón de que ese sufrimiento es necesario, generará un aprendizaje y un nuevo escalón superado. Solo cuando vivimos algo en primera persona podemos verdaderamente asumir como propio un descubrimiento y esto no lo olvidaremos. No sucede lo mismo cuando nos cuentan una experiencia que no vivimos nosotros mismos.

El Respeto se escribe con mayúscula en nuestra Vida. Nos cuesta tanto no juzgar ni entrometernos en las circunstancias de aquellos a quienes queremos! DEJAR ESTAR, respetando, estando ahí desde la comprensión y el Amor, sentimiento base.

Proyectemos menos, escuchemos más, respetemos siempre.

Escuchando y descubriendo….

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Daniela

«Cariño, tengo que decirte algo. Daniela ha fallecido».
Después, mi incredulidad, mi dolor, mi frustración.
Daniela era la camarera de nuestro bar favorito cerca de casa. Acabamos entablando amistad tras ir regularmente a cenar allí y nuestra amistad se limitaba al bar, pero estaba para ambos llena de afecto. Daniela era una chica rubia, simpática y alegre. Echaba regularmente la lotería porque sabía que un día le iba a tocar. Siempre le tocaban pequeños premios en los rascas y se podía ver en sus ojos su fe y su ilusión. Hace poco fue tía en la distancia; es uruguaya y toda su familia está en su país. Excepto Marcelo, él vive con ella. Llevaban 10 años juntos. Él tiene el video club junto al restaurante. Ahora allí hay una foto de Daniela y velas.

Aún no puedo creérmelo. Daniela murió el sábado por la noche en el camino que recorrimos nosotros de vuelta a casa, después de cerrar el bar. Iba con dos compañeras, una de ellas está muy grave. Hubo un choque frontal con un coche que adelantaba e invadía el carril por el que ellas conducían. ¿Creeis que esa persona inconsciente irá a la cárcel? ¿Hay alguna manera de pagar la muerte de Daniela?

Tenía mi edad, alegría y una capacidad de trabajo inmensa. Generosa y ante todo, una gran persona, bella por dentro y bella por fuera. Aunque nuestra amistad fuese superficial, como quizá la de otros clientes del bar, duele dentro. No quiero ni imaginar cómo estará Marcelo.

Nosotros hicimos el mismo camino, ¿y si hubiera sido al revés? Curiosamente, ayer le decía a mi pareja que la vida es un minuto, que nunca sabemos lo que puede pasar y por eso siempre intento aprovechar cada instante con los míos. Decir lo que siento, demostrar mis sentimientos. Él no podía dejar de pensar en otra cosa hoy cuando se enteró de la noticia y espero a encontrarse conmigo por la noche para decírmelo.

La vida es un instante. Podría haber sido yo, o peor aún, nosotros.
Por eso cada segundo consciente no tiene precio.

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Batallando con el mundo Desde mis Brumas Divagaciones

Baterías de cariño

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Aquí y allá. Así va mi vida ultimamente. Cuando termino de digerir a trompicones, ya estoy «on the road again»… Despues de 10 días fuera de casa, aún me quedan 3 para volver a casa y voy notando en mis emociones el cansancio y desgaste. ¿Tendremos baterías de cariñitos que se desgastan? 🙂

Es curioso imaginarlo, ¿verdad? Con muchos mismos nos vamos cargando y a medida que pasan los días sin recibir afecto, vamos tirando de la reserva. Por supuesto es importante querernos a nosotros mismos y regalarnos momentos que nos gustan, darnos cariñitos también en forma de baño caliente, comida favorita, un masaje o una bonita ruta turistica. Está claro que estonosepara y el cuerpo lo nota. Lo que me sigue sorprendiendo es como el cuerpo y la emoción son tan interdependientes cuando parece que cada uno va por su cuenta.

Por ejemplo hoy soy consciente de que no tengo ningun problema, no he tenido un mal dia, al contrario, y ademas incluso me levanté de buen humor y almorcé mi comida favorita. Sin embargo, cuando veo a mi pareja por Skype o cuando pienso que tengo que trabajar y ya no tengo ganas más que de tirarme en la cama, es como que se desata un resorte de tristeza. Es una tristeza consciente de estar bien, pero con necesidad de llorar y descargar emocionalidad, un acuerdo entre «el niño» y el «adulto» de nuestro interior. Sensibilidad extrema y ganas de darle al reset. Cuando me siento así creo que solo puedo volver a estar bien a la mañana siguiente. 🙂

Siempre viene a mi mente esta frase: Esto también pasará. Lo sé. Tanto lo bueno como lo malo pasa. Estrujar la naranja y saborearla cuando es dulce y digerir la amargura cuando estrujamos un pomelo.

Puedo contaros cosas de los viajes, podrá ser mejor en otro post. Realmente me gustaría escribir más a menudo, pero no doy para más. Hoy retransmitiendo desde Zagreb, en Croacia, donde no pasaré ni 24h. Me estoy transformando en un caracol, con la casita a cuestas y paso a paso…

Namasté.

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Digestiones emocionales

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Image by mescamesh

Hace más de un mes que empecé mi trabajo nuevo y me sigue sorprendiendo lo revolucionado que sigue mi cuerpo. Ya me decía el homeópata que acuso mucho los cambios y sin duda así es. Estoy asociada a una planta que se llama Pulsatilla. De ella también habló mi amiga Ana hace algún tiempo. Aquí. Es una planta asociada a las personas que nos damos demasiado, a menudo con la búsqueda de afecto y reconocimiento en ello.

Me gusta recordar como hablaba el salao del homópata sobre la pulsatilla. Ella es una flor que crece en las montañas, entre las rocas, en los huequecitos. Crece hasta despegarse de los sépalos, de su cuna. Se queda contenta después de haber trepado, tomando el sol, con sus pelitos en los tallos, moradita y preciosa. Sin embargo, llega un viento revolucionario y la tambalea, y como no, acusa mucho los cambios.

Aparte de pulsatilla, también me asocio con el lycopodium, una planta que crece por el suelo, se extiende y trepa, echando raíces en varios sitios. Esta planta se asocia con personas que parecen muy seguras de si mismas y esconden una niña miedosa con problemas de aceptación.

Precisamente es esta parte de mi la que me ocasiona estas digestiones lentas emocionales. Es curioso como muchas personas ni se plantean que sus problemas físicos estén directamente asociados a sus males emocionales. No he profundizado mucho en el tema; más bien lo he hecho cuando he mirado hacia dentro, intentando racionalizar mis emociones y buscar alguna causa a mis males. Sin embargo, no hay mucho que pensar para darme cuenta de que me cuesta digerir todo lo que estoy viviendo(nuevos retos, trabajo en equipo, aceptación mía y de los demás, viajes por lugares desconocidos, búsquedas y encuentros sucesivos, etc).

Estoy encantada, voy feliz a trabajar. Creo que por primera vez en mi vida tengo un trabajo que me motiva hasta este punto. Quizá sea pasajero y me baje el nivel de emoción, esta claro que todo lo nuevo genera mucha adrenalina. Pero entonces, ¿por qué físicamente estoy tan revuelta? Ya estoy cogiendo fuerzas físicas y tengo más energía pero, ¿qué pasa con esta guerra civil digestiva? ¿Seguiré así antes de cada viaje?

No deja de maravillarme como la razón y la emoción pueden caminar por senderos tan dispares. Yo me repito: «¡Pero si estoy bien! Ya he hecho mi primer viaje, ha sido duro pero he podido con todo y me he demostrado a mi misma que mi trabajo me gusta y estoy avanzando!»

Mi estómago responde: «gurrú gurrú gurrú….(burbuja… revoltijo…. burbuja)»

Y yo le digo a mi estómago: «Pues nada, tómate tu tiempo… No voy a discutir»

Ya iremos digiriendo juntos los miedos e inseguridades que no toman forma en el mundo racional y sobrevuelan el subconsciente y la emoción.

Un sorbete de limón perfumado de lycopodium podría ser un buen postre esta noche.

Namasté, queridos navegantes.

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2000km: Desde Barcelona hasta Amsterdam

Comenzamos mis viajes con la primera etapa, volando a Barcelona y viajando en coche hasta Burdeos, luego Paris, y por ultimo, Bruselas, Brujas, Gante, Amberes, Rotterdam y Amsterdam.
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Al viajar por trabajo es en ocasiones frustrante estar en un lugar increíble y no tener tiempo para pararte, hacer buenas fotos o compartirlo con alguien especial. Sin embargo, mi cámara iba siempre en mi maletín y muchas veces, entre una cita y la otra hacía alguna foto mientras iba caminando. En París el ajetreo fue tal que apenas pude hacer fotos, y como ya había estado antes, me limité a maravillarme con lo que me iba encontrando por el camino.

Pero, comencemos por el principio. Burdeos es una ciudad con mucha clase, arquitectónicamente parece París en pequeña escala. Llegando a ella era magnífico contemplar las extensiones de viñedos verdes. Me asombró saber que en Burdeos se produce el 10% del vino ¡del mundo!
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Tras una mañana de trabajo en Burdeos, 600km y nos plantamos en París.
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¿Qué podemos decir de París que no hayamos dicho ya? Aquí, o aquí
En esta ocasión me sumí de pleno en la vida y el ajetreo de la ciudad. Buceando en las entrañas de la ciudad, me mezclaba con la tristeza de la gente en el metro, me dejaba acariciar por la alegria de un acordeonista que entraba en ocasiones y me limitaba a observar(me). Esta visita a París me acercó al glamour de sus gentes, esas mujeres que pueden vestir combinando estampados y colores y llevarlo con dignidad, mujeres con clase que fuman elegantemente, dando a París el caché que se merece.

París son sus cafés, llenos de parisinos y visitantes que recibían con entusiasmo la primavera tras un duro invierno. París son sus panaderías, sus quesos, sus crepes, sus quiches deliciosos. París es el descaro y la libertad de Pigalle, la elegancia de Opera, la boheme de Montmartre, la alegría del Barrio Latino, la cultura universal, la noche más noche y el día más intenso.
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Después de París, tomamos rumbo a Bruselas. Tras tratar con los parisinos, agradecí encontrarme el caracter afable de los belgas, que nos trataron muy bien en todas las ciudades que visitamos. Bruselas me sorprendió, especialmente su Grand Place, pero es cierto que no tiene mucho más que unas cuantas calles en el centro histórico. Lo demás es algo triste y me encontré bastante gente «rara» en algunas zonas. Es una ciudad de negocios que se queda desangelada tras el ajetreo de la jornada. Chocolate y gofres están presentes siempre en Bélgica, deliciosos y tentadores.
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Llegué a Brujas en una tarde maravillosa y radiante. Me enamoré de los parques frondosos e increíblemente verdes festejando la primavera; de sus canales, del ambiente de las calles, de los edificios y las flores. Brujas es una ciudad puramente turística, por las noches se queda tranquila cuando se retiran sus visitantes, dejando pasear a residentes e invitados a pesar de la humedad y el frio que desprenden sus canales. Brujas es para recorrerla en bici, en barca y a pie, de todas las maneras, con todos sus aromas.
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En Gante apenas pasé 3 horas, pero me bastaron para querer más. El ambiente estudiantil, las plazas y los canales, junto con todo lo que Bélgica ofrece, son suficientes motivos para volver.
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La última noche la pasamos en Amsterdam para tomar el vuelo de regreso al día siguiente. Pasamos también por Amberes y Rotterdam, pero no por zona histórica, así que no hay mucho que contar más que trabajo. Como anécdota, vi La Haya desde la planta alta de un edificio de Rotterdam, están muy cerquita, es lo bueno de los países pequeños, son muy manejables!

Volver a Amsterdam siempre es un regalo. Aunque agotada tras dos semanas de intenso trabajo y carretera, no podía resistirme y pasamos las últimas horas del viernes por la ciudad de los canales y las bicicletas. ¡Que delicia! Simplemente sentada en un banco observando la gente pasar, disfruté como una enana. Me encantan las bicicletas tan distintas que puedes ver allí: con una caja de madera grande delante para llevar cosas, con sillas para niños, carritos y mil y una cosas. Las bicis van rápido y debes tener cuidado con ellas. Te puedes encontrar un abuelillo lleno de piercings, una mujer con las perlas y hablando por el móvil, una chica con inmensos tacones,… todos pedaleando deprisa y sorteando turistas asombrados.
amsterdam
amsterdam-lively

Y hasta aquí un resumen de la primera etapa de muchas por venir… La siguiente me llevará dentro de 10 días de Alemania a Italia. Continuará… 🙂

Escuchando…

«…Birds flying high
You know how i feel
Sun in the sky
You know how i feel
Reeds drifting on by
You know how i feel
It’s a new dawn
It’s a new day
It’s a new life
For me
And I’m feeling good…