Hace poco más de una semana me sucedió algo que no recordaba haber experimentado. Sufrí una gripe del alma. Alguna vez había tenido un resfriado emocional, coger frío por dentro a causa de algo y pasarlo mal unos días, estornudando y sintiendo las secuelas físicas de un problema.
Sin embargo esta vez no he podido distinguir una causa. Es posible que esté ahí y yo no la vea, claro que sí, pero racionalizando no llego. En los últimos tiempos, siento equilibrio en la vida, tengo la capacidad de relativizar en lo posible las cosas malas y valorar y agradecer lo que la vida. La semana pasada no podía. Me invadió una tristeza, afloró un resfriado incómodo y la debilidad se apoderó de mí.
Apatía. Sentimiento de avestruz queriendo desaparecer. Tristeza. Un cristal sucio por el que mirar y verlo todo desvirtuado, sin color ni brillo. Todo me costaba esfuerzo.
¿Pueden ser las energías de personas tóxicas que tengo cerca en el trabajo? ¿Un mal virus? ¿La cercanía de la Navidad? ¿Algo que no alcanzo a ver?
No lo sé ni me quiero psicoanalizar más para averiguarlo. Me di permiso para estar mal, para dejar salir la tristeza y la apatía como cuando nos refugiamos bajo la manta a sudar una gripe. En mi lucha contra el exceso de auto-exigencia me permití no necesitar saber la causa y simplemente dejarme estar hasta recuperar las fuerzas.
Tras 3-4 días de gripe, con el coraje de no sentirme yo misma (con la capacidad de valorar lo que me da la vida cada día), y tras un intento fallido de homeopatía, probé el Remedy Rescue de las Flores de Bach. Me lo habían recomendado alguna otra vez y no lo había probado, pero esta vez me fue de fábula. Por tanto lo recomiendo. Lo llevaré conmigo y lo volveré a probar cuando tenga ansiedad, así veré si fue casual o causal ese bienestar.
Por fin volví a estar alegre. ¡Que emoción y que buen sentimiento volver a valorar tantas cosas que la tristeza no me permitía! Las luces de la mañana y las primeras flores del almendro, eso es una joya.
No dejo de ver los ciclos y espirales, el latir de la vida, la decadencia y la abundancia, el barbecho, la siembra y la cosecha.
Ver la luz gracias a la oscuridad. Y os puedo decir que esas preciosas flores de almendro me emocionaron más que nunca. 🙂
«Un faro quieto
nada sería
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad…»
5 respuestas a «Gripe en el alma»
Cuando en un instante nos sentimos mal sin saber porqué, la recompensa de volver a las riendas de tu vida, te aporta la felicidad de volver a cabalgar en la misma dirección. En mi opinión, no fueron las flores de Bach, son sentimientos que desean salir y desaparecer de nuestro subconsciente. Hoy he vuelto a escuchar tu voz de siempre…besosssssss
Buma querida, esos momentos forman también parte de la vida, y hay que aceptarlos, vivirlos, aprender de ellos y si insisten en quedarse, ahogarlos en flores de Bach!
Besos con pañuelo por si te hace falta para la gripe
Yo suelo tener esas gripes de vez en cuando.
Yo no las llamo gripes, las llamo renacimientos, y me hacen pensar en el ave fénix. Tras unos días que llevan a una muerte metafórica, llega el renacimiento… dónde todo es mejor que antes, y se empieza un nuevo ciclo vital.
Me alegra verte mejor
Besos
A veces no logramos saber qué nos lleva a la tristeza pero hay que pasar esa fase igual que pasamos otras. Me alegro que estés mejor.
Un abrazo.
me alegra que fuese algo transitorio… mi gripe real y física todavía continúa, llevo una semanita que para qué… congestión, atontamiento… pero no hay mal que cien años dure.
y ya estoy acabando con ella.
biquiños,