Image by tukarina
Así ha sido el día de hoy.
Amaneciendo con sueños extraños, pero tras un sueño reparador.
La mañana sabe a zumo de naranja y pan de semillas. Maravilloso.
Limpieza, música, vestido hippy que no puedo usar entre semana.
Una gran idea viene a mi mente. Mis ojos de azul.
El coche dibuja las curvas y mi chófer me acuna como un maestro.
Montañas que nos rodean, belleza salvaje y mediterránea.
Una paella deliciosa, un postre exquisito. Y lo mejor, la sobremesa.
Una hora de charla, humanidad de nuestros anfitriones.
Curioso sentirse en casa de quien ni sabes su nombre.
Me llevo las sobras y un trocito de pan alemán que desayunaré mañana.
Me llevo la humanidad y ternura de quien trabaja para cocinar con amor una paella.
Siguen las curvas.
Confidencias con alguien especial, casi con un te de por medio.
Solo son 700 km de distancia… 🙂 Nada para nosotras!
Chocolate con chilli, chill out sonando. Frío fuera.
Recogemos a Kayin, nos encontramos con Washa y degustamos un sushi.
Descubro amistades.
Clint nos espera en V.O. con una obra maestra.
Emoción a flor de piel.
Dejando a Kayin en casa, la luna nos ilumina resplandeciente.
En casa, una bossanova me espera como regalo.
Regresando en coche, recuerdo mi infancia.
Mis animales, los trabajos de mis padres, su lucha, la esencia de mi familia.
Las pequeñas cosas.
Me siento viva. A veces siento ser extremadamente sensible.
La vida en su simplicidad y magnificencia en las cosas más simples.
La vida me sabe a chili hoy, a wasabi y a canela.
Un día perfecto, lo es simplemente porque así lo siento.