Image by subterfugemalaises
Entre el frío y el te, una bufanda de rutina ayuda y abriga. Parece que todo ha sido siempre como es ahora y hace días que he aterrizado en mi nuevo entorno. Son momentos en los que me sorprendo carente de pequeñas cosas que solo el tiempo me podrá dar.
Es curioso cuánto creemos que nos protege la rutina de lo conocido. El mismo entorno, los amigos, el trabajo que ya hacemos con los ojos cerrados. Cuando todo el cascarón cambia es cuando más cuenta me doy de la importancia que tiene el trabajo realizado con nosotros mismos.
No soy autodependiente, ¡ya me gustaría! Pero en los últimos años sí he aprendido a disfrutar más de mi misma y de las cosas que me gustan; algo que me ayuda en estos momentos en que mis mejores amigos están lejos. Llevándome al cine cuando estaba sola, regalándome pequeños momentos, paseos, aficiones… hice un fondo de ahorro para mi autodependencia.
Lamentablemente, este fondo me alimenta hasta quitarme el hambre, pero no me colma hasta saciarme por completo. Tendré que ir sembrando desde cero para enriquecerme de otras personas, como ya hice hace 8 años en una ciudad entonces nueva para mí (que me despidió con una fiesta hace 3 semanas).
Alguien me dijo que mi camino es un sendero en solitario. No que estuviese siempre sola, sino que el trabajo y la lucha los tendría que hacer por y para mí. Todavía soy muy inmadura emocionalmente como para aceptar la soledad. Hay algo el mí, el Niño interior, que se revuelve buscando consuelo y cariño fuera de sí, como cuando nos revelamos por no querer ir al colegio y sabemos que tarde o temprano tendremos que hacerlo. Es inevitable. Mirarnos cara a cara.
Escuchando…
«Time exists but just on your wrist so don’t panic
Moments lasts and lifetimes are lost in a day
So wind your watches down please
‘Cos there is no time to lose
And I’m gonna stay here indefinitely
And I wanna stay here so just let me be»