Estaba yo sentada en mi oficina y sintiendo cansancio… Tratando de encontrar su causa, y una voz, esa que me acompaña y me conoce, me dijo «¿Cómo no vas a estar cansada?»
Genera en mí una sonrisa… ¿Acaso no soy yo quien mejor me conoce y quien sabe lo que he vivido? Pues si, yo soy mi eterna compañera, es conmigo con quien mantendré un idilio para siempre (esta vez sí), y soy yo quien ha de cuidar de mí misma. Nadie podrá hacerlo mejor que yo.
Estamos solos.
Tan claro, tan rotundo, tan sincero, tan cierto.
Nacemos y morimos solos. Por mucho que nos empeñamos en buscar compañeros que alivien esta certeza, por mucho que tratamos de esconderlo, de aferrarnos… Suena en el eco de nuestro corazón, desnudo y honesto.
No es triste, aunque pueda parecerlo, es un hecho que una vez asumido nos puede ayudar a vivir las cosas de otra manera; sin depender, disfrutando de los demás en lugar de necesitándolos.
Ultimamente, desde que estreno «nuevo pellejo», ando vulnerable y parece que las energías tanto positivas como negativas, me calan antes. Y volviengo al cansancio que decía al principio, es normal que esté cansada cuando arrastro un combinado de emociones en los últimos meses que al que mas o al que menos dejarían perjudicado:
– Interiorización
– Descubrimientos (algunos buenos, algunos malos)
– Traiciones
– Ruptura de mi matrimonio (y derrumbe de castillos en el aire)
– Mudanza (y aquí cantaría Tontxu su «corazón de mudanza» que tan dentro sentí aquellos días de hace poco más de un mes)
– Separación de lo que he querido (mis gatos, mi casa, mis recuerdos…)
– Inseguridad
– Decepciones
– Nostalgia
– Discrepancias familiares
– Melancolía
….y también…
– Apoyo de mi «círculo de confianza»
– Viajes
– Ilusiones
– Esperanzas
– Retos
– Conciertos
– Sentimientos
– Pequeños tréboles creciendo junto a mi ventana…
Con todo esto, me doy el lujo de estar cansada, me lo permito, yo, que soy a quien tengo que rendir cuentas.
Mis vacaciones se acercan lentamente para llegar a final de mes… Recorreré un camino a través del cual iré ligera de equipaje, vaciando mi mochila emocional un poco para encontrarme conmigo misma, el sendero y el reconfortante sonido del suelo bajo mis pies.
Y divagando, desvariando, la tarde pasa, la radio repite las mismas canciones, el trabajo se acumula y los sentimientos fluyen…
Sonando…Tontxu – Corazón de Mudanza