Image by AleLaTriller
Yo, que no creo en «para siempres», abanderada de la mentira del amor eterno, me descubro dibujando un corazón azul….
Yo, que solo me enamoro de la vida, me sorprendo suspirando entre las nubes de mi mente…..
Yo, invadida por el desencanto y el sinsabor, me sonrío al recordar un aroma…
Yo, me permito el lujo de envolverme entre los tules del presente, sintiendo la delicadeza de una caricia, la electricidad del roce…
Yo, quiero solo un ratito volver a ser la soñadora, idealista, romántica que dejé atrás… Quiero volver a creer que es posible, fantasear con la eternidad, elevar un poquito los pies del suelo, dejarme llevar con el viento de la tarde… y subir… subir… subir… muy alto….
Quiero confluir en la materia de las sensaciones…
Hoy sin miedos, sin frenos, sin ropa, sin el suelo bajo mis pies…
Una respuesta a «Corazones…»
Recuerdo que hace unos meses te hablaba de la energía, de cómo todo lo que nos rodea, sea materia o emoción, forma parte de una misma energía esencial. Y esa energía tiene una cualidad que no pierde nunca: SIEMPRE PUEDE TRANSFORMARSE.
Por eso no existen los “para siempre”, los “nunca”,… Son términos que no dejan sitio a que la energía fluya con su propia naturaleza, por eso no son verdades, porque la energía siempre se transforma.
Ya sea esa piedra que es pulida por la caricia de un río, ya sea esa flor que muere en invierno para dejar sitio a una nueva que llega con la primavera, ya sea ese sentimiento que, como cualquier ser vivo, se adapta al entorno para poder sobrevivir…
Todo cambia, y te lo demuestra la naturaleza, porque después de todas las tormentas (incluso las más duras), tenemos la oportunidad de buscar un nuevo arcoiris, y seguirlo con ilusión, soñando por el camino, dejando que nos guíe a un nuevo destino…
¿Buscamos un arcoiris?